Suele situarse el nacimiento de los fondos éticos en la década de 1920 en Estados Unidos, cuando algunas iglesias protestantes, fundamentalmente metodistas y cuáqueras, comenzaron a abstenerse de la inversión en determinados productos y actividades que entraban en conflicto con sus convicciones religiosas y a reclamar modalidades de inversión que les reportasen cierta rentabilidad y no les planteasen conflictos morales. De este contexto nace en Boston, en 1928, el “Pioneer Fund”, que gestiona las inversiones de algunas instituciones religiosas excluyendo de su cartera empresas de los sectores de la producción de tabaco, alcohol, juegos de azar…
El desarrollo de los fondos éticos en el ámbito anglosajón tiene lugar en la década de los 70, sobre el telón de fondo de situaciones como el apartheid en Sudáfrica y la guerra de Vietnam. Tras su nacimiento late la consideración de la inversión como una herramienta para intervenir en la configuración de la sociedad. Así, en 1971, en Estados Unidos, nace el “Pax World Fund” al observar sus fundadores que no existía ningún fondo que rechazase invertir en empresas dedicadas a la producción de armamento. En este momento en Reino Unido ciertos grupos sociales comienzan a pedir la exclusión de las carteras de inversiones de las empresas con intereses en Sudáfrica, aunque no es hasta 1984 cuando nace el “Stewardship Fund”, que pretende configurar su cartera atendiendo a principios de justicia social, desarrollo, paz y preservación del medioambiente.
A finales de la década de los 70, Muhammad Yunus inicia un proyecto de crédito rural que se dará lugar al nacimiento del “Grameen Bank”, el primer banco ético del mundo, que facilita crédito a sujetos con pocos recursos. Concretamente, presta dinero con muy pocos requisitos a grupos de personas que responden mancomunadamente por el dinero prestado perdiendo todos ellos la posibilidad de acceder a nueva financiación si alguno no cumple con el compromiso de devolución adquirido. En el contexto europeo, concretamente en Holanda, nace en 1980 “Triodos Bank”, que integra las preocupaciones medioambientales entre sus criterios de inversión, dirigiéndola a sectores como las energías renovables, la tecnología ambiental, la agricultura ecológica, la bioconstrucción, el turismo sostenible.
Retomando la inversión ética, su desarrollo ha dado lugar al nacimiento de diversos índices de cotización éticos y al nacimiento de agencias de calificación ética, que además de las cuestiones puramente económica también analizan los impactos sociales y medioambientales de empresas y sectores económicos.