Podemos distinguir cuatro tipología de inversión socialmente responsable, cada una de ellas condicionada por la evolución histórica de este tipo de inversión que hemos resumido en el anterior post:
- Fondos de primera generación: Son aquellos fondos con finalidades éticas, que consideran fundamentalmente criterios de inversión negativos, definiendo aquellos sectores o actividades en las que no está permitido invertir.
- Fondos de segunda generación: Son aquellos que manejan criterios tanto negativos como positivos. No se limitan a imponer restricciones a la inversión, sino que intentan gestionar constructivamente el capital del fondo, orientado la inversión hacia organizaciones que demuestran ser sensibles hacia determinadas cuestiones, como el medioambiente o el desarrollo.
- Fondos de tercera generación: Además de la consideración de la sensibilidad social y/o medioambiental de las empresas en las que se invierte, estos fondos toman en consideración el conjunto de la organización y su gestión, evaluando también su papel en el seno de su entorno de referencia.
- Fondos de cuarta generación: Este tipo de fondos pretenden una mayor interacción con las empresa en las que invierten, demandándoles la implantación de instrumentos de gestión ética y la difusión de información que de indicaciones no sólo del desempeño económico, sino también del desempeño social y medioambiental de la organización.
El progresivo aumento de este tipo de fondos ha dado lugar, por un lado, a la creación de índices de cotización éticos, como el Dow Jones Sustainability Index, el FTSE4Good, el Ethical Index Euro, etc…que permite a los inversores tener una referencia para la comparación de las actuaciones de los gestores de fondos. Por otro lado ha propiciado el nacimiento de agencias de calificación ética, que centran sus análisis en el impacto social y medioambiental de las organizaciones que califican, como Calvert Group, EIRIS (Ethical Investment Research and Information Services), Tekom, etc…