Retomando antiguas lecturas he vuelto a encontrarme con «La creación de valor compartido» de Porter & Kramer (2011). En el mismo ciclo de lecturas también volví sobre dos artículos de Domenec Melé: «Responsabilidad social de la empresa: una revisión crítica a las principales teorías» (2007) y «Corporate Social Responsibility Theories: Mapping the Territory» (2004), este último escrito en colaboración con Elisabet Garriga. En estos dos últimos documentos se agrupan las concepciones de la RSE en torno a 4 teorías: La teoría de la actuación social de la empresa, la teoría de la creación de valor para el accionista, la teoría de los grupos de interés y la teoría de la Ciudadanía Corporativa.
Según la teoría de la actuación social de la empresa, ésta produce en la sociedad de la que forma parte otros efectos más allá de los económicos y debe intentar minimizar los negativos y maximizar los positivos.
Según la teoría de la creación de valor para el accionista, éste es el fin último y fundamental de la empresa y a esto ha de orientar sus actuaciones. La RSE será pues un instrumento para maximizar el valor del accionista o, a lo sumo, una herramienta para protegerlo.
La teoría de los grupos de interés identifica más colectivos con los que la empresa se relaciones, además de los accionistas, y reconoce cierta legitimidad a las expectativas que esos colectivos pueden tener en relación a la empresa constituyendo éstas una suerte de contrato tácito entre ambos, empresa y diferentes colectivos.
Finalmente y tal y como recoge Melé, la teoría de la Ciudadanía Corporativa puede condensarse en la declaración firmada por 34 directores ejecutivos de las mayores empresas del mundo en el World Economic Forum de 2002: «la ciudadanía empresarial se refiere a la contribución que una compañía hace a la sociedad a través de sus actividades empresariales nucleares, su inversión social y programas filantrópicos y su implicación en políticas públicas».
Porter y Kramer definen el valor compartido como «las políticas y las prácticas operacionales que mejoran la competitividad de una empresa a la vez que ayudan a mejorar las condiciones económicas y sociales en las comunidades donde opera». Ciertamente el concepto me parece atractivo y puedo comprender que, desde cierto punto de vista, puede incluso que vaya un paso más allá del concepto de RSE: La RSE es un diálogo, constructivo y enriquecedor, pero un diálogo. En cambio, al menos tal como se me representa en la lectura del artículo de Porter y Kramer, la creación de valor compartido es una confluencia de voces que recitan el mismo texto al unísono, llevando las empresas la iniciativa y convirtiéndose en modelo de dicción. Es verdad que el texto que recitan habla de desarrollo y de progreso social, pero creo que visto en la perspectiva coste-beneficio que los autores proponen no habrá empresas dispuestas a generar todo el desarrollo y beneficio social posibles. Además de esto, tampoco estoy seguro de que en todos los ámbitos las empresas por sí mismas sean capaces de generar las condiciones necesarias para poder operar. Por otra parte, incluso aún cuando la consideración coste-beneficio pueda ser satisfactoria, puede que no sea asumible la relación inversión-retorno y sigan siendo necesarias entidades que puedan asumir inversiones para retornos muy diferidos.
Creo, además, que el concepto de RSE de estos autores es una tanto limitado, como se pone de manifiesto en su afirmación de que «Los programas de RSC se enfocan principalmente en la reputación y sólo tienen una conexión limitada con el negocio, haciendo que sean difíciles de justificar y mantener en el largo plazo». En general, cuando hablamos de RSE todos tenemos en la mente definiciones que van más allá de la de estos autores: Podríamos decir que la RSE es una reflexión ética en torno a la actividad empresarial que se articula en torno a la sostenibilidad como valor fundamental, y una nueva perspectiva transversal desde la que acercarse a todos los elementos de una organización con el fin inspirar un nuevo modelo de gestión que establezca la sostenibilidad económica, social y medioambiental como principal criterio de desempeño.
Así pues, probablemente crear valor compartido sea una forma de hacer RSE, más que un nuevo concepto que integre, condense y trascienda la RSE.
Garriga, E., & Melé, D. (2004). Corporate Social Responsibility Theories: Mapping the Territory. Journal of Business Ethics, 53(1/2), 51–71. doi:10.1023/B:BUSI.0000039399.90587.34
Melé, D. (2007). Responsabilidad social de la empresa: una revisión crítica a las principales teorías. Ekonomiaz, 65 (2o cuatrimestre), 50–67.
Porter, M., & Kramer, M. (2011). La creación de valor compartido. Harvard Business Review América Latina.
buen comentario introductorio